Michael Kohlhaas by Heinrich von Kleist

Michael Kohlhaas by Heinrich von Kleist

autor:Heinrich von Kleist [Kleist, Heinrich von]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1810-01-01T05:00:00+00:00


«Nos etc., etc., Príncipe Elector de Sajonia, otorgamos, en magnánima atención a la intercesión ejercida ante Nos por el doctor Martin Lutero, salvoconducto al tratante en caballerías de Brandenburgo Michael Kohlhaas para trasladarse a Dresden por mor de la revisión de su causa, toda vez que en el plazo de tres días de avistada la presente hubiera depuesto las armas que portare; en el bien entendido, empero, que si el susodicho viere inopinadamente desestimada en la corte de justicia de Dresden la querella que promueve por razón de sus caballos, se procedería en su contra con todo el peso de la ley con motivo de haberse tomado la justicia por su mano; en caso contrario se le concedería gracia a él y a toda su hueste, así como pleno indulto respecto a las violencias cometidas en Sajonia.»

No bien hubo recibido Kohlhaas, por mediación del doctor Martin Lutero, una copia de este aviso que había sido fijado en todas las plazas del país, cumplió las condiciones formuladas y disolvió sin dilación —entre obsequios, expresiones de gratitud y consejos prácticos— su tropa entera. Depositó en los juzgados de Lützen, en calidad de propiedad electoral, cuanto pudo haber cobrado en concepto de botín, ya fuera dinero, armas o enseres; y, después de enviar a Waldmann de regreso a Kohlhaasenbrück, con la comisión de volver a comprarle, si fuera posible, su hacienda al escribano, y a Sternbald a Schwerin en busca de sus hijos, a los que deseaba volver a tener a su lado, emprendió camino de Dresden de incógnito y con los restos, en forma de documentos, de sus escasos bienes.

Estaba amaneciendo, y la ciudad entera aún dormía, cuando llamó a la puerta de la pequeña quinta, situada en el barrio extramuros de Pirna, que había quedado a su disposición gracias a la probidad del escribano y le pidió a Thomas, el viejo casero que sorprendido y consternado le había abierto, que fuera al Gubernium a anunciarle al príncipe de Meissen que él, el tratante de caballerías Kohlhaas, se encontraba allí. El príncipe de Meissen, quien tuvo por conveniente informarse en el acto y personalmente de las circunstancias que rodeaban a aquel hombre y acudió enseguida con una escolta de nobles y reitres, encontró ya en las calles que conducían a la casa de Kohlhaas una inconmensurable masa de gente. La noticia de que allí estaba el ángel exterminador que perseguía a sangre y fuego a los opresores del pueblo había puesto en pie a todo Dresden, intramuros y extramuros; hubo de echarse el cerrojo a la puerta ante la aglomeración de la curiosa multitud, mientras los chicos trepaban por las ventanas por poner los ojos en el incendiario, que se estaba desayunando. Tan pronto pudo el Príncipe, con ayuda de la guardia que le abrió paso, alcanzar la casa y entrar en la estancia donde se hallaba Kohlhaas, le preguntó a éste, que estaba de pie y a medio arreglar junto a una mesa, si era Kohlhaas, el tratante en caballerías; a



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